domingo, 20 de julio de 2008

CAPÍTULO XXVII.

La organización de “Los Nuestros” fue creciendo en Villafañe. La idea de crear una fundación que realizara la tarea que se proponían, resultó un éxito por varios motivos. En primer lugar porque tomó el centro de la escena reemplazando a Pedro, tal como él quería. Esa era una forma de evitar ponerse en evidencia ante el poder. Había tantas ONGs manejadas por punteros políticos con un fin clientelístico y reemplazando la acción gubernamental, que una más no llamaba la atención.
La segunda ventaja fue que el sistema instalado favoreció que se acercaran a la fundación muchas personas, que fueron creando una suerte de submundo donde reinaban la solidaridad y la claridad de pensamiento. Claro que, salvo el núcleo más cercano a Pedro, los que integraban la organización ignoraban esa pertenencia. Sin embargo compartían los ideales y por eso las acciones se desarrollaban casi como consecuencia natural.
Paulatinamente, la fuente de ingresos principal dejó de ser el dinero que le habían entregado Los Otros. Los políticos zonales, viendo la influencia que la Fundación tenía en los pobladores, fueron acercándose con subsidios de nivel provincial y nacional, tratando de incluir bajo su esfera a los que participaban de tan importante trabajo social.
Estas “ayudas”, en un primer momento generaron un debate entre Los Nuestros. Sentían temor de que poco a poco los fuera absorbiendo el sistema corrupto que usaba esos métodos para mantenerse en el poder, en una provincia donde el noventa por ciento de los pobladores dependían de un sueldo estatal.
Estrada y Claudia eran partidarios de aprovechar la ventaja que les daba el sistema. Eso no significaba ceder en nada a los principios.
—¿O acaso vos cediste cuando recibiste esa “ayuda” de Los Otros? — le decía Estrada a Pedro. — Al contrario, la aprovechaste como un regalo del destino y lograste crear esto que hoy estamos haciendo.
— Además, — concluía Claudia — el rechazar subsidios crearía una fuerte sospecha en este mundo dependiente de las dádivas. La clave estará en recibirlos de grupos de distintas banderías sin comprometernos con ninguno.
Al fin decidieron utilizar esta última táctica. Quedaron Estrada y Claudia como los encargados del “coqueteo” con los políticos.
Pero la verdadera tarea de Claudia era el reclutamiento de nuevos adherentes. Comenzó a trabajar como maestra en una de las escuelas del pueblo y gracias a eso varios de sus compañeros participaron activamente en la Fundación, lo que le dio prestigio. Por lo general se trataba de jóvenes idealistas que habían elegido la docencia como una forma de remediar un montón de injusticias sociales y que fueron a Formosa desde las grandes capitales donde residían, en una actitud misionera más que docente. Estos jóvenes encontraban en la Fundación la comprensión y la ayuda necesaria para encarrilar esos propósitos. Entre estos jóvenes estaban Silvana y José, un matrimonio de maestros que casualmente habían venido de Moreno. (¿¡Hay casualidades!?). Contrariamente a todos los demás, participaban en política desde el Partido Intransigente (que ellos trajeron a Villafañe) y en el gremialismo, con el sindicato que agrupaba a los docentes de la provincia.